en su búsqueda interior moró y se enamoró en diversos lugares

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Aunque completamente porteño se sentía brasileño en Búzios o Rio de Janeiro, portugués en Lisboa o Madeira, milanés en Milán y romano en Roma. En París era argentino.


Alberto Cedrón fue un artista para el cual la búsqueda era una imperiosa necesidad en su trabajo creativo y en su vida.
Su obra es testimonio absoluto de esa búsqueda insondable. Su vida de permanente ir y devenir de un lugar a otro del planeta es la confirmación de un temperamento inquisitivo e inconforme. Es por eso que pudo moverse libremente y anidar en diverso sitios. Su enorme capacidad para asimilar otras culturas y formas de vida lograban que en breve lapso él pudiera ser uno más entre los lugareños.
La misma pasión que volcaba en su obra, regía su vida. Estar por las playas de Buzios o sentarse en un bar o en una plaza y simplemente observar a  la gente, constituyan la misma fuerza motivadora.
Aunque completamente porteño se sentía brasileño en Búzios o Rio de Janeiro, portugués en Lisboa o Madeira, milanés en Milán y romano en Roma. En París era argentino.
El exilio que en el `74, lo lleva a Venezuela, lo encuentra con la fuerza motivadora del mural, pues recién había terminado los conjuntos escultóricos de la Plaza Roberto Arlt de Buenos Aires. Grandes obras rotundas y monumentales están por diversos sitios de Caracas, Tovar y Naricual.
Venezuela es muy receptivo de su arte pero Alberto, con los pies siempre en movimiento, sólo dos años después parte para  Italia y se radica unos años en Roma, paralelamente a l exilio de sus hermanos en París, Francia. Las visitas entre Alberto Cedrón y sus hermanos son frecuentes en ese tiempo. Los une mucho más que el lazo familiar, la distancia con su país de origen, el duro e injusto exilio.
En Roma alberga durante un tiempo a su sobrina Lucía Cedrón, recién llegada, junto a su familia, de Argentina,  cineasta, intelectual egresada de la Sorbona e hija de su hermano director de cine, Jorge Cedrón, el Tigre. Ella tenia 2 años y siente por su tío un afecto que se plasma larguísimos años después en un documental sobre la obra de su mentor, El azul del  Cielo, charlas con Alberto Cedrón.
En Italia también reside brevemente en Milán. Allí se dedica al diseño de muebles especialmente infantiles. Recuerda una anécdota sobre un caballito de madera desarmable en sus charlas en Un tal Lucas.
Es también durante estos breves años que toma contacto con Julio Cortázar y nace la realización de la primera historieta del consagrado autor latinoamericano, con ilustraciones de Alberto Cedrón, La Raíz del Ombú.
Las reuniones en París y la correspondencia cruzada maduran en una obra sobre la dictadura y la represión que asoló la Argentina en los años de plomo, 1974 a 1983.

Fiel a su forma de interpretar el arte y la vida, 5 años son suficientes en un lugar. Parte para Brasil en 1979.

En su estadía por las tierras brasileras recorre y deja su impronta en obras maravillosas en Río de Janeiro, San Pablo, Blumenao y Porto Alegre.

Es Brasil un destino que lo atrae en forma permanente. En su juventud realiza un viaje al Mato Grosso y convive un tiempo con los indios del alto Xingú, al ser contratado por el Dr. Noel Nutels, como dibujante en una expedición indigenista. Esta experiencia le ha dejado una huella permanente en su mente y en su alma.

Al retorno de la democracia, en Argentina, Alberto Cedrón regresa a su tierra natal en 1983.

La emoción del regreso, la visita a los amigos, el reencuentro con su familia y una verdad inconmensurable: “el tejido social está muy herido” decía “no puedo”.

Con series dificultades económicas y sociales, en 1988 regresa al paraíso. Brasil. Sin duda es allí donde puede sentirse libre y sin ataduras. Como para redescubrirse y “volver a aprender a pintar”, en sus palabras, se dirigió a un lugar de extrema luz, el paradisiaco balneario de Buzios, siendo el artista que abre allí la primera galería de arte o el estudio abierto en la rua das Pedras. Alberto Cedrón es un brasileiro entre brasileiros. Ama esa sensación.  Descalzo y con el sol en la cara, no hay libertad más emblemática. La magia regresa poderosa  y arrasadora.

Impaciente, impetuoso, con el pulso pidiendo más, en 1990, por invitación de autoridades portuguesas, viaja a Lisboa. Tierra madre de su Brasil maravilloso lo acoge con admiración. Estaba listo para afrontar la permanencia y 15 años, el período más largo de residencia en un lugar extranjero, así lo demuestran.

Su obra toma un rumbo más acentuado y maduro. Los murales y los azulejos exigen su esfuerzo no sólo creativo sino su intensa dedicación.

Alternando las grandes obras murales de Historia de Portugal, Historia del Vino, La aventura de los portugueses en Japón y esculturas, surgen series imperdibles, Underground, Autorretrato, Felíz Aventurero (a modo de autobiografía).

También es durante esos años que comienza el proyecto de lo que sería su serie más entrañable. Serie General Paz.

Su espíritu de Felíz Aventurero, durante este período algo más asentado, guarda una estrecha relación con la presencia en su vida de quien sería su compañera los últimos 18 años de su vida, Néia Cunegatto. El amor al arte los unía. Ella fue, quizás, la persona que más lo sostuvo y acompañó estando presente no sólo en la  gestión de su obra sino también en los mínimos detalles cotidianos que a Alberto lo volvían loco.

Durante esos 15 años realizó varios viajes que le permitieron encontrar un eje de su arte y su vida. En Lausanne, Suiza, tiene un acercamiento profundo con lo planteado por Jean Dubuffet, quien acuñara el término “Art Brut” o arte en bruto para clasificar el arte producido por no académicos que trabajan por fuera de las normas establecidas. Las técnicas del Art Brut, que de algún modo intuitivo y férreamente encarnizado hacían de Cedrón ese artista de los bordes por fuera de lo preestablecido y que enarbola la bandera del arte de no decora.

Sin poder alejarse por tanto tiempo de su Brasil inspirador, deja provisionalmente Portugal y vive algo más de un año en las tierras del sol caliente y del refrescante verdor, desde fines del 97 a principios de 1999, año en que retorna nuevamente a Portugal para seguir su eterna lucha creativa.

Estando de regreso a Europa realiza un viaje a Marruecos y nada mejor que su palabra para ilustrarlo, “Esta muestra está basada en un viaje que hice por Marruecos. Algunos trabajos los hice allí, otros en fantasía que me motivo eso lugar maravilloso, lleno de luz, de vida y de fineza a pesar de la precariedad en que viven sus habitantes”. Habla de la Serie Marruecos, exotismo y evasión en primera persona.

Muchas obras, distintos sustratos, materiales y texturas diversos, óleos, acrilicos, bronces, piedra, muro, arcilla, cerámica, madera. Todo vale, todo es lo suficiente bueno para que Cedrón lo conquiste y lo convierta en arte.

En 2004, con  la ocupaciones del retorno a Buenos Aires, pide a Néia que lo represente en la exposición de Bayreuth, Alemania.  Tiene la mente ocupada con un proyecto demorado. La reedición de La Raíz del Ombú, en el marco de los 90 años  del nacimiento de Julio Cortázar y la concreción de la Serie General  Paz.

Ya de regreso en su país de origen su obra brilla y enriquece. Junto la mencionada serie encara la Serie Rostros y completa la Serie Carteles donde mezcla la gráfica callejera y popular por momentos burlona y caricaturesca con su pincel despiadado y enfático.

Grandes planes rondan su mente siempre alerta. El proyecto de una serie que complete el jeroglífico de la historia argentina que arrancara con la caída del Manco Paz. Esa roja caída que torciera los destinos de una gran nación y la llevara a pasar por décadas de profunda depresión alternadas con años de inconsciencia y liviandad mancilladas por duras luchas internas y terrorismo de estado.

No pudo ser, su muerte en 2007 lo sorprendió y nos privó de su maravillosa forma de ver no sólo el arte sino al hombre, al pueblo, a la sociedad, la belleza y la fealdad.

Hasta siempre Maestro. Hasta siempre Cedrón.
Néia Cunegatto
Maria Souto

bronce-Porto-Alegre-Brasil-1998Bronce Porto Alegre, Brasil, 1988
Detalle  Mural Plaza del campesino.Tovar-Venezuela-1976Detalle del Mural Plaza del campesino en Tovar, Venezuela, 1976
mural-terracota-biblioteca-blumenau-brasil-1983Mural de Terracota, Biblioteca de Blumenau, Brasil, 1983

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