"MAGO FEROZ" inconformismo y desparpajo que atraviesan como un filo

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El tango, la mitología, la historias, la poesía fueron, para él, laberintos atemporales que le hacían vivenciar y atropellar cada día en un cambalache de dioses, reos, héroes y putas escurridas en las escenas de sus cuadros.

mago Feroz

Como hablar de un maestro sin estereotipar su grandeza y cometido con fanfarrias y adjetivos. Como abrir la compuerta de un talento en múltiples disciplinas reconociendo sus contradicciones profundas y su riqueza expresiva. Alberto Cedrón fue, en su vida y su obra, un desafío permanente. Si bien su ejercicio principal giró alrededor del dibujo, lo polifacético de sus búsquedas lo llevó a investigar y crear con materiales a menudo inimaginables, piedra laja, fuego, brea, aluminio, chatarra.
Su producción fue vertiginosa por momentos pero jamás dejó de ser apasionada. Los resortes que lo impulsaban provenían de un inconformismo y un desparpajo que lo atravesaban como un filo, desbordando el compromiso con las criaturas que gestaba. Sin bien lo conocían como “el brujo” es posible que haya ejercido la magia a sabiendas de un enorme desconcierto.
Quienes vivimos experiencias cotidianas de su quehacer, sabemos de esa rara condición de bordear la locura y acogotar las fuerzas compulsivas de su imaginario. Siempre desde el borde del abismo y por lo general no sabiendo si estaba dentro o fuera de él. Aplicaba el mayor esfuerzo en una autodisciplina desesperada y exigente con las técnicas de trabajo. En los momentos de pausa su ritmo continuaba hasta extenuarlo. Con los amigos, las mujeres, los hijos, los disparates, el dolor, las dudas. Esta mezcla para la mayoría agobiante, terminaba volcándola en su obra.
El tango, la mitología, la historias, la poesía fueron, para él, laberintos atemporales que le hacían vivenciar y atropellar cada día en un cambalache de dioses, reos, héroes y putas escurridas en las escenas de sus cuadros. Nada le fue fácil. Fue un quijote con traje goyesco, los pantalones a media asta enarbolando los más insólitos despropósitos en una obra que no se acomoda a nada.
Fue muy querido y muy odiado pero él transitaba esta emergencia embebido y despavorido ante sí mismo. Trabajó el grabado, la cerámica, la joyería, el muralismo, el caballete, la escultura y la vida con una vehemencia inadmisible para muchos pero indispensable para su necesidad de aferrarse a bellísimas imágenes plenas de destreza y humor que luego desechaba con aires olímpicos por una especie de desmedida autocrítica. Conoció la pobreza muy de cerca, de muy adentro y sin embargo su despilfarro era tan emocionante como un torrente. Notablemente argentino, el país aún le debe el reconocimiento que merece.
Los que asistimos a su prepotencia de laburo tendremos siempre la sensación de no haber terminado de captar sus enseñanzas, siempre por encima de nuestra comprensión.
Para el cierre, sólo su carcajada envuelta en los vapores de la farra como señal ante tanto pacato con jerarquía suelto, de que se puede vivir y morir de otra manera. Para el mundo, su obra. Gracias Hermano.
Neuquén, marzo 2007
Oscar Castelo

mago Feroz
Alberto Cedrón estaba de acuerdo con aquella máxima de Hogarth: “el único modo de dibujar es no dibujar nunca”, paradoja con la que rechazaba aquél la completa pérdida de tiempo que suponía la copia del natural en las academias

Héctor Martínez Sanz

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