Una búsqueda infinita e impredecible
“Me llevó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a pintar como un niño” Pablo Picasso
Alberto Cedrón fué, como artista plástico, uno de los pilares y referentes de la vanguardia porteña entre los años 60 y mediados de los 70, cuando tuvo que exiliarse y quedó injustamente desconocido por el gran público. Sin embargo, aún hoy, cuando se nombra a Alberto Cedrón entre los que lo conocieron, sólo se escuchan elogios en relación a su producción artística.
Su constante búsqueda de soluciones en el campo de las artes plásticas hizo que se desempeñara entre otros, como dibujante, pintor, escultor, ceramista, grabador y muralista.
Descendiente de italianos y españoles, ya de niño, trabajaba junto a su padre y a sus hermanos en una fábrica de cerámica. Con ellos formó el mítico “Clan Cedrón” que contó con un cineasta, un arquitecto, un actor, un músico y una poetisa y fueron muchas los proyectos artísticos compartidos entre los hermanos.
Las contingencias históricas y personales lo llevaron a muchos países: Francia, Italia, Estados Unidos, España, Brasil, Venezuela, Portugal y Paraguay fueron algunas de sus moradas. En todos ellos ha dejado una huella contundente en murales públicos y privados, esculturas y pinturas en museos y colecciones particulares. En Portugal, país en el que eligió vivir a lo largo de 15 años, Alberto Cedrón hizo, sólo para la fundación Berardo, tres grandes murales en cerámica sumando un total de 450 m2.
En Buenos Aires todavía se puede ver lo revolucionario que era para su época a través de lo que queda del mural (¡pese a que necesita una restauración urgente!) que está en la plaza Roberto Arlt, que se encuentra en la calle Esmeralda, en el microcentro de la capital porteña. Son muchos los murales que realizó en la ciudad de Buenos Aires pero éstos fueron lamentablemente destruidos.
Por fortuna, la premiada cineasta Lucía Cedrón, su sobrina y discípula, llegó a realizar un documental sobre él, “El azul del Cielo”, poco antes de que falleciera.
Su amigo y compañero de ruta en la historieta “La Raíz del Ombú”, Julio Cortázar dijo de él: "Sus valores, que son grandes, contienen y recrean los valores del amor y la fidelidad a lo argentino, esos valores que un día nos devolverán a lo nuestro para siempre".
Ojalá pronto podamos recobrar algo de esos valores a través de la revalorización indiscutiblemente merecida de la obra de Alberto Cedrón en el país que lo vio nacer y le brindó la impronta tan radical y singular de su estilo.
Neia Cunegatto